Cuento de hadas en Nueva York

J. P. Donleavy

Editorial: Cía. Naviera Ilimitada

Año: 2018 (primera edición en 1963)

Páginas: 409

Género: Novela

Llegué a este libro por una recomendación que escuché en un podcast. Lo anoté en mi lista y me olvidé de él. Una tarde fuimos al cine. Como llegamos temprano, me metí en la librería del shopping, con la idea de comprar no me acuerdo qué. Ese libro no estaba; enseguida me acordé de éste y lo pedí. Era el último ejemplar, me estaba esperando. En esa compra me traje otros dos, porque, bueno, había que aprovechar que superando cierto monto había tres cuotas sin interés. Sacrificios que una hace.

El protagonista de esta historia vuelve de Europa a su Nueva York natal, junto a su esposa. Con tanta desgracia que ésta muere a bordo. O sea, embarca casado, desembarca viudo.

Lo primero que tiene que hacer ni bien pise tierra, es darle sepultura. A partir de ese momento comienza la historia con una sucesión de situaciones de lo más absurdas y descabelladas. 

"Te llevarán ahí dentro y te enterrarán. En un día tan frío. Las manos heladas. Los pechos inmóviles. Sin que nadie los bese. Sin que nadie los acaricie. Ni les haga cosquillas".

Entré a este libro a ciegas, sin saber mucho qué me esperaba, porque me había olvidado qué decían sobre él en el podcast, y me encontré con una historia llena de humor negro, sarcasmo, una feroz crítica a la sociedad americana de la época, mucha violencia, sexo, relaciones tóxicas, pero también mucha tristeza y soledad.

Me gustó, aunque me costó un poco su lectura. La escritura de Donleavy. Nueva para mí. No estoy acostumbrada. A los que escriben así. Como punteando la historia. Como listando los hechos. Frases cortas. Una atrás de otra. No sé. Complejo. Pero se puede leer. Y se disfruta.

Y la frutilla del postre, la manera en que termina cada capítulo. No voy a decir nada más, así vos también te llevás la sorpresa.

Mención especial para la edición impecable, tan cuidada en los detalles, que hizo Cía. Naviera Ilimitada. El interior de la cubierta es soñado. Al principio creí que era sólo un patrón geométrico, pero cuando lo vi detenidamente, largué una carcajada. Claro que sí, no podía haber sido de otra manera.

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